Bienvenidos al Rincón de la Pluma

Queridos lectores:
Bienvenidos al rincón de la pluma, en el que yo (Julio San Román) colgaré mis historias y fantasías de vez en cuando.
Espero que disfrutéis de mis escritos.
Atentamente,
Persépolis

jueves, 9 de agosto de 2012



Ratón pequeño pero valiente

Por un monte con mucha vegetación paseaba este ratón, el lobo lo vio y dijo:
-Voy a darme un atracón.
Sigilosamente se acercó, y detrás de una roca se escondió. Pero el ratón que era muy listo de eso se percató y tan rápido fue que al lobo esquivó:
-Buenas, Señor Lobo.                  
-Ratoncito, ¿a dónde vas?
-Voy a cenar con el Tigre Pardo.
-¿Qué? Con el tigre que tiene un ojo como una naranja, once uñas y después de comerse a sus presas, se tumba en la paja.
-Sí, ese, aquí pondremos la mesa, y su plato preferido es costilla de lobo con mayonesa”
-Pues, aquí te dejo, que yo de este tigre me quejo- y así se fue.
-Será bobo el lobo, como mola, no sabe que lo del tigre es una trola.
Por un estanque siguió este ratón, el halcón lo vio y dijo:
-Voy a darme un atracón.
-Ratoncito, ¿a dónde vas?
-Pues verás, con  el Tigre Pardo he quedado y por nada del mundo quisiera verlo enfadado.
-¿Qué? Con el tigre que tiene un ojo como una naranja, once uñas y después de comerse a sus presas, se tumba en la paja.
-Exactamente, y estaremos por aquí junto al agua fresquita, y su plato preferido es halcón con cremita.
-Pues ala, chao, que yo no quiero líos.
-Je, je, como mola,  no sabe que lo del tigre es una trola.
Su camino siguió este ratón, la serpiente lo vio y dijo:
-Voy a darme un atracón.
-Hola, ratoncito, por ahí susurran que con el Tigre Pardo has
quedado, pero dime, ¿serás capaz de pararle los pies?
-Pues claro, ¿qué está haciendo?
-Dicen que está destruyendo la zona norte del bosque.
El ratón su camino siguió y con el tigre habló:
-Yo, ratoncito, solo en el mundo estoy, todos me rechazan y todos me amenazan, todos se enfrentan a mí menos tú, que la palabra has usado, gracias a ti he cambiado, ya no lucharé y ahora contigo viviré.
Y así fue como gracias al poder de la palabra este cuento se acaba. Y esto enseña que más vale hablar antes que luchar.
Nota: Este cuento ha sido premiado con el primer puesto en tres concursos y publicado en un libro de cuentos.

Las crónicas de la Carta. El pringao, la chica y ningún armario.
Un día de algún mes de algún año.
Querido desconocido:

Soy yo otra vez, el pringao que salió con una chica, pero que sólo él sabía que estaba saliendo con ella. La verdad es que me ha costado pasar página, pero lo he conseguido.
Si me he podido recuperar es gracias a la cantidad de veces que he ido al cine este verano. He ido a ver “el origen del planeta de los chinos”, “green pattern” (estampado verde, según mi profe de inglés), “capitana médica” y “car-dos”.
También he ido a la playa. Siendo sincero, ¿para qué os iba a mentir?, eso no me ayudó a superar mi desamor, ya que me encontré a la chica en mi hotel y me dijo que se hospedaba en la habitación 36, la que estaba a mi lado. Justo en ese momento, me di cuenta de que mi vida, era una sucesión de acontecimientos desafortunados. Y creedme cuando os digo que, justo en el momento en el que me quité el bañador en el mar para hacerme el graciosillo, me picó una medusa en ciertas partes que no voy a nombrar debido a la censura. Se me arruinaron las vacaciones y otras cosas.
Cuando llegué al colegio, me di cuenta de lo desgraciado que era. En clase nos pusieron en pupitres de dos y nadie se quiso poner conmigo. A mí no me importó. Podría hacer lo que quisiera y en los trabajos en pareja, no tendría que discutir con mi compañero sobre el tema del trabajo.
Me gustó mi situación durante los primeros cinco minutos, hasta que entró el director y dijo: “¡Tenemos una alumna nueva!” y de repente, detrás de la puerta apareció ella, la chica. Y por si fuera poco, el profesor, muy amable, la acompañó hasta el único sitio libre de la clase, el que estaba a mi lado. “No pasa nada, ignórala” me decía una parte de mí. Otra parte me decía “¡¿Cómo se puede ignorar a una chica que en una escala de belleza del uno al diez tenía un cincuenta?! Y la última parte de mí, simplemente decía “Mecachis en la mar.”
Debido a la llegada de la chica, mi popularidad había bajado de “muy bajo” a “¿existes?”
Así que busqué una manera de hacerme popular. Decidí hacerme la mano derecha del chaval más popular del colegio, Johnny Guay. Daba gusto que antes de conocer su nombre, conocí la marca de sus calzoncillos. Llevaba los pantalones por los suelos, seguro que para cagar, en vez de bajárselos, tenía que subírselos. Ese tío no respeta los límites legales de mostramiento de hucha. Llegué a ser el segundo más popular del colegio. Por ahora me he propuesto que para el resto del curso voy a aprobar todas y voy a jorobar a mi compañera de pupitre, empezando por apañármelas para que se caiga de cabeza en el váter. Las va a pasar canutas.
Con bastante popularidad:

Yo