Bienvenidos al Rincón de la Pluma

Queridos lectores:
Bienvenidos al rincón de la pluma, en el que yo (Julio San Román) colgaré mis historias y fantasías de vez en cuando.
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Atentamente,
Persépolis

domingo, 1 de diciembre de 2013

Carta al director: De un tonto a otro.


Sr. Director:
He de decir que sus artículos me parecen patéticos y que por esta razón le admiro muchísimo. Su periódico no puede hacer nada para empeorar porque entonces ya ni se publicaría. Estoy casi seguro de que la sección de cultura la escribe Belén Esteban, pese a que no conoce el significado de esa palabra, “cultura”.
De todas formas, le escribo esta carta porque me siento indignado y espero que usted, entendiendo mi preocupación, la publique en su periódico. Yo, como ciudadano español, me siento traicionado por mi gobierno, un gobierno al que yo voté en unas elecciones y que salió victorioso gracias a los sufragios recibidos por personas engañadas como yo. Hoy puedo decir que entiendo la expresión: “Mientes más que un político en campaña”.
Yo vivo en un municipio llamado Madrilillo (como Madrid pero en chiquitillo), un pueblo situado entre Pinto y Valdemoro. El factor que falla en nuestra comunidad es nuestra alcaldesa. El problema no es lo que hace, sino más bien lo que no hace. Nuestra alcaldesa no roba dinero público. Es decir, yo estoy verdaderamente indignado. ¿Qué está ocurriendo en el ayuntamiento que no nos quieren contar? ¿Acaso nuestro dinero es mejor que el de las demás comunidades de España? ¿O es peor y por eso no merece ser robado como es debido?
Y ahí no acaban los problemas. Nuestro concejal de empleo está llevando a cabo una medida contra el paro. Estoy deseando saber quién demonios busca trabajo a día de hoy.
Por lo tanto, me gustaría que usted, Sr. Director, publique esta carta en el periódico a la espera de que alguien que se entere de lo que está pasando en nuestro municipio, responda.
Atentamente,
Gerónimo Nontiendoná.
*          *          *
Sr. Director:
Por una vez en mi vida, los demás periódicos se acabaron y me vi en la obligación de comprar su periódico. Sin palabras, quiero decir, me lo encontré sin palabras, meras hojas en blanco a excepción de una en la usted publicó la carta de Don Gerónimo Nontiendoná. Encontré esa carta apasionante y por eso he considerado que lo mejor sería exponer mi situación para ver el otro lado de la moneda.
Yo vivo en Madrid, capital de España, y he de decir que su situación no tiene nada que ver con la de Madrilillo. Aquí en la ciudad, nos roban hasta los calcetines. Jamás había visto tanta avaricia junta. Es más, los abuelos ya no echan migas a las palomas en los parques y éstas, ya sea por avaricia o por gula, atacan a muerte a los ancianos. Es todo un espectáculo ver estas luchas de gladiadores emplumados contra bestias con artrosis.
Personalmente, a mí se me saltan las lágrimas cuando miro al horizonte y veo el Congreso de los Diputados. He de decir que hablar del gobierno es como hablar de la charcutería, nuestro tema de conversación giraría entorno a los chorizos. Fíjese si son rácanos que, a nuestro bien amado Presidente, si se le preguntara por alguna mujer llamada Mercedes se obtendría como respuesta que la única Mercedes en su vida es su coche.
Y eso no es nada. El otro día leí un artículo en el que se entrevistaba a nuestro sabio Ministro de Educación y se le preguntaba por alguna de sus aficiones. Él contestó que le encantaba cantar en el idioma de los delfines y el periodista mostró su desconcierto ante el curioso afán del ministro por cantar a los peces, a lo que el propio entrevistado corrigió al reportero diciendo que los delfines no eran peces sino crustáceos. Da gusto que el ministro de educación no sepa que los delfines son arácnidos.
Tratando el tema del desempleo, la cola de parados da dos vueltas al edificio donde se encuentra la oficina de empleo. Me enorgullezco de todas esas personas que se pasan horas de pie esperando recibir una mínima cantidad de dinero.
Es admirable el trabajo de nuestros políticos por mantener Madrid y España en la más absoluta miseria.  
Atentamente,
Don Topolino Buenrincón.

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