Las
crónicas de la Carta. El pringao, la chica y ningún armario.
Un día de algún mes
de algún año.
Querido desconocido:
Si me he podido recuperar es
gracias a la cantidad de veces que he ido al cine este verano. He ido a ver “el
origen del planeta de los chinos”, “green pattern” (estampado verde, según mi profe de inglés), “capitana médica” y
“car-dos”.
Cuando llegué al colegio, me
di cuenta de lo desgraciado que era. En clase nos pusieron en pupitres de dos y
nadie se quiso poner conmigo. A mí no me importó. Podría hacer lo que quisiera
y en los trabajos en pareja, no tendría que discutir con mi compañero sobre el
tema del trabajo.
Debido a la llegada de la
chica, mi popularidad había bajado de “muy
bajo” a “¿existes?”
Así que busqué una manera de
hacerme popular. Decidí hacerme la mano derecha del chaval más popular del
colegio, Johnny Guay. Daba gusto que
antes de conocer su nombre, conocí la marca de sus calzoncillos. Llevaba los
pantalones por los suelos, seguro que para cagar, en vez de bajárselos, tenía
que subírselos. Ese tío no respeta los límites legales de mostramiento de
hucha. Llegué a ser el segundo más popular del colegio. Por ahora me he
propuesto que para el resto del curso voy a aprobar todas y voy a jorobar a mi
compañera de pupitre, empezando por apañármelas para que se caiga de cabeza en
el váter. Las va a pasar canutas.
Con bastante popularidad:
Yo
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