El pringado sin el pijama de rayas.
Algún día de algún mes de algún año.
Querido desconocido:
Me
vas a tener que decir tu nombre para que deje de llamarte así. Como podrás
imaginar, soy el pringado de siempre. A mi querida amiga indeseable la han
expulsado del colegio por escribir en la pared del gimnasio: “El sobaco del
profe de Historia huele a caca de paloma.”Lo admito, fui yo. Y lo de caca de
paloma es debido a una antigua historia de mi infancia.
En
fin, tienes que saber que es Halloween y la verdad, a mí no me asusta. Una vez
entré en la casa del terror y cuando salimos, mis amigos se habían meado del
miedo, y yo me había meado de la risa. Realmente, sólo hay una cosa a la que le
tengo miedo. Tengo miedo a hablar con las chicas. Exacto, mi vida es como el
Titanic, iba tan bien y de repente se hundió.
Verás,
yo tengo un grave problema y es que, cuando me pongo nervioso, eructo.
Entonces, un día llegó una chica muy guapa, más guapa que la anterior. Fui a
hablar con ella, estaba muy nervioso, estaba sudando como un pollo, incluso
estaba sudando por partes por las que no sabía que se podía sudar. Me
preguntaba: “¿Y qué pasa si me da plantón? ¿Y si es como la otra? ¿Darth Vaider
es el padre de Luke? (esta no sé por qué me la pregunté)”. Me acerqué a ella y
me dijo “Hola” y yo la eructé en toda la cara. Me caí con todo el equipo. La
chica salió corriendo y yo parado en mitad del pasillo. Desde luego, lo mío es
de psicólogo.
Cuando
iba de vuelta a mi casa, me la encontré y volví a acercarme a ella. Si tuviese
unos pañales, me habría cagado encima. Intenté hablar con ella y conseguí una
cita.
El
sábado por la noche tuve que ir a pedir caramelos con mi “querida hermanita”,
que iba disfrazada de hadita. No le pegaba nada. Ella más bien debería haber
ido de Frankenstein o de chica lobo y así podría ponerle una correa. Yo iba
vestido de momia, y no era un disfraz, sino que cuando iba por la calle, unos
matones me encontraron y me envolvieron en papel higiénico. Fue una noche mala.
Al
día siguiente tenía mi cita con el bellezón. Llegué con antelación a su casa y
sus padres me dijeron que esperara en el portal. Cuando me abrió su madre,
descubrí algo que me daba más miedo que hablar con las chicas. No sé si estaba
así porque fuese Halloween, pero es que, tenía una cara de... es como si se
hubiese sentado en un cactus durante quince horas seguidas. No entendí cómo de
algo tan horroroso podía haber salido una chica tan guapa. Miré hacia abajo
para evitar mirarla a la cara y entonces vi que se acercaban unos tacones
negros, fui levantando poco a poco la cabeza y vi un vestido azul precioso, un
cuello perfecto y una cara con un... aparato, más bien, armatoste de metal, en
la boca. Ahora tengo miedo de los aparatos de los años 70 en la boca. Creo que
además tenía un pitufo encajado en el aparato.
Llegamos
a un restaurante y pedimos mesa. Cuando pedimos la comida ella se sacó los
restos del pitufo con el tenedor y se le quedó el tenedor atascado en el
aparato. La cena fue un desastre.
Después
dimos un paseo y llegamos al puente donde conocí a mi primer amor. Y entonces
otra vez la frasecita: “Ha sido la tarde más maravillosa de mi vida.” Y
entonces me fue a besar (otro miedo, besar a las chicas), pero yo la paré. Y en
ese momento dije la mayor chorrada de toda mi vida: “Para besarte con el
aparato, no me tengo que poner la antitetánica ¿verdad?”
Me
soltó un bofetón en la cara tan fuerte, que me hizo la cirugía estética gratis.
Creo que ni mi madre me reconocería después de aquello. Y ella se fue tan
campante.
Lo
curioso de mi miedo inicial, es que si lo supero, me encuentro otros tres
miedos peores. ¿Raro, verdad?
Firmado:
Un
tío completamente desfigurado por un bofetón.
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